MILEI, EL NÁUFRAGO DE LA MOTOSIERRA

Manjón Guinea
Manjón Guinea

Licenciado en Ciencias de la Información, Criminólogo y escritor

Visto desde fuera de las fronteras de La República de Argentina, Javier Milei, el actual presidente, candidato por Libertad Avanza, puede parecer un tipo sacado del programa de los teleñecos. Un individuo mal peinado y extravagante, que alardea de esa excentricidad como cualquier populista al uso. En cierta manera, a mí, personalmente, me recuerda a Triki, el monstruo de las galletas de Barrio Sésamo.

Pero probablemente la visión desde el interior de nuestra querida Argentina sea muy distinta. Milei, de fronteras para dentro es como un náufrago que ha tocado tierra firme, quizá una tierra incógnita, como decían los cartógrafos de Cristóbal Colón al dirigirse hacia un sendero nunca explorado. Es el conquistador que con la motosierra en la mano ha decidido adentrarse en la desastrosa historia de la política argentina. De ese país de psicólogos y dentistas, de tonos plateados, de la tierra de fuego y que tiempo atrás fue denominado el granero del mundo.

Ahora, en el siglo XXI, con una desastrosa situación económica y social en la que el país de Maradona y de Borges se ha visto sumido por culpa de sucesivos gobiernos como el de Mauricio Macri o el de la restauración peronista de Alberto Fernández, surge a ritmo de rock, y de entre programas televisivos como Cátedra libre o Demoliendo mitos, un tipo que predica en su evangelio la ira de los más desfavorecidos.

Borges. Fotografía Fundación Borges
Borges. Fotografía Fundación Borges

Pero ojo, que cuando hablamos de los más desfavorecidos, lo estamos haciendo de una tasa de pobreza que en Argentina ha alcanzado, en el año 2023, la escalofriante cifra del 44,7%, mientras que la tasa de indigencia, es decir, de pobreza máxima o total, se ha colocado en casi el 10% de la población. Es decir, que más de cuatro millones de personas no pueden satisfacer sus necesidades nutricionales básicas.

Una nefasta gestión de doce años de gobiernos peronistas como el de Néstor Kirchner, el de su viuda Cristina Fernández de Kirchner, donde lo único que se fomentó es la creación de un séquito de subvencionados que les perpetuaran en el poder, un desastroso gobierno de Macri y una vuelta a la misma ponzoña peronista de Alberto Fernández, donde la bandera imperante ha sido la corrupción, ha dejado tras de sí una Argentina esquilmada. Un sistema político estructurado sobre la impunidad de la corrupción para la clase política. No importa el partido o la ideología porque ellos forman una casta especial de entre toda la población.

Como dijo Borges en cierta ocasión, «yo detesto a los comunistas, pero, por lo menos, tienen una teoría. Los peronistas, en cambio, son esnobs». Exactamente. Argentina se ha convertido en un país donde, como dijo Hugo Alconada Mon, «los fiscales no investigan, los jueces no juzgan, los organismos de control no controlan, los sindicalistas no representan a sus trabajadores y los periodistas no informan. ¿Por qué habrían de querer cambiar el sistema aquellos que acumulan poder espurio y fortunas ilícitas, y quedan impunes, sean políticos, empresarios, jueces, periodistas, banqueros o sindicalistas?».

Y es aquí donde radica la grandeza y el peligro de la democracia. Con una tasa de inflación del 142% en el país, los pobres, la gente normal, los que están fuera de ese séquito y esa casta, han decidido darle el poder a un tipo mal peinado y de motosierra en mano. A un individuo cuya promesa es la de barrer a La Casta, a toda clase política, peronista y antiperonista por igual bajo el grito de «no vine acá a guiar corderos, yo vine acá a despertar leones».

Toda esa ira es la representación teatral del descontento de una población que ha dado a Milei una victoria aplastante con un 56% del voto en la segunda vuelta frente a Sergio Massa. Es la simbología de la cólera popular. Algo parecido a ese Alberto Fujimori de los años 90 en el Perú desolado.

Milei representa la ruptura con el clientelismo de los Kirchner, que sin duda alguna traicionó los verdaderos paradigmas ideológicos de Juan Perón. Puede que desde los países progres o de izquierda woke, como es España en estos momentos, Milei sea dibujado como lo que es. Un individuo inestable psicológicamente o un cateto que choca con el mundo cultural. Pero el problema, el verdadero problema es que, como él mismo dijo al llegar a la presidencia, «no hay plata». Sus predecesores han dejado las arcas vacías.

Y ahora resulta que las clases bajas, la gente pobre, la que siempre soporta sobre sus espaldas el que una nación se mantenga sobre sus propias ruinas, ha dado el poder a un populista. Si. A un tipo que es un devoto de lo oculto y que confiesa en los programas de televisión que tiene como costumbre hablar con su mascota muerta a través de un médium. Que además alardea de haber clonado a su mascota, llamada Conan, como no podía ser de otra forma, para criar los cinco mastines ingleses que tiene ahora y de los cuales cuatro llevan nombres de economistas neoliberales.

Fotografia obtenida de Instagram Javier Milei
Fotografia obtenida de Instagram Javier Milei

Milei es, para los que no tienen donde caerse muertos, el náufrago que ha decidido guiarlos. Es la tabla de salvación en un mar séptico y lleno de corruptelas. Es el salvador con una mata de pelo rebelde en su cabeza, que parece no peinarse nunca, recién salido del naufragio, con un aspecto leonino y encendido por una rabieta histérica frente a los vividores que hasta ahora han ido arruinando al país. Es el economista nacido en 1970, en el seno de una familia de clase media baja de Buenos Aires que ha decidido, no ya coger la tijera, sino la motosierra. Es la esperanza de los sin poder.

Pero, tristemente, como dijo Giussepe Tomasi di Lampedusa en El Gatopardo, la historia de las revoluciones, al fin y al cabo, es mover algo, para que en definitiva todo quede igual. Yo, al igual que muchos argentinos, deseo que ese gran país pueda remontar el vuelo de sus cenizas, pero que nadie dude de que en Argentina, la clase política y la clase empresarial están tan sumamente interconectadas que derribar a La Casta es cuando menos una operación de cirugía a vida o muerte. Y si no que se lo pregunten al todopoderoso Eduardo Eurnekian, el sexto hombre más rico de Argentina, con más de treinta y cinco aeropuertos bajo su gestión. El hombre que le proporcionó a Milei un equipo de campaña para la presentación a las elecciones, como Nicolás Posse o Guillermo Francos entre otros.

Puede sonar muy crudo, pero, y esperemos que no sea así, existe la posibilidad de que los pobres terminen pasando a ingresar la estadística de los indigentes, que Milei termine por convertirse en un autócrata como lo hiciera Fujimori y que lo único que se saque en claro de todo esto es que el náufrago superviviente, el tipo de pelo de león enfurecido, termine por comprarse un peine y domar sus cabellos con gomina.

Espero equivocarme. Argentina es un país rico y culto, pero necesita dirigentes honorables. Algo que escasea bastante en nuestros días.

 

 

lo último del blog...

Mis libros...

Suscríbete

Para ello solo debes dejar tu nombre y tu correo, prometo no enviar correos molestos, solo os informaré de mis nuevos videos, libros, entrevistas, etc.