LOS INCONDICIONALES

Manjón Guinea
Manjón Guinea

Licenciado en Ciencias de la Información, Criminólogo y escritor

FOTO AUTOR

Por María Marcos
Licenciada en Derecho y Librepensadora

Las palabras son importantes. Catalogamos todo a través de ellas. Lo que queremos, lo que pensamos, lo que sentimos. Son necesarias para hacernos entender y también para todo lo contrario, hacernos odiar, irritar y distanciarnos.

Algunas son más sofisticadas que otras. Algunas nos remueven, nos hieren, nos transforman, nos cambian, nos asombran, nos indignan, nos relajan, nos alteran, nos enseñan, nos confunden, nos emocionan… Son un arma que mal usada o entendida puede ser una fuente de conflictos, aunque correctamente utilizadas también pueden ser capaces de alinear a los astros. En definitiva, tienen mucho más poder del que nos imaginamos.

Según la RAE, el español contiene 93.000 de las que 19.000 son americanismos. Es lengua oficial en 22 países y lo hablan más de 600 millones de personas, la mayoría en América.

Legajos RAE
Legajos RAE

Todos los que nos gusta leer, aspiramos a reconocerlas y saber usarlas adecuadamente. Pero dicho está que son demasiadas y solo unos pocos lo consiguen y casi siempre a través de la lectura insaciable y el estudio continuo, como única vía para seguir descubriendo cada vez más palabros.

Resulta muy interesante que estos símbolos causen en nuestro cerebro una vinculación de imágenes y significados que al oírlas o leerlas salten como resortes. Todas ellas, por separado o conjuntamente, tienen la capacidad de transformar un día cualquiera en uno realmente asombroso.

Hoy me quedo con INCONDICIONAL. “Persona que sigue fielmente a otra, sin limitaciones ni condiciones”

Alguien que nunca falla, en quien puedes confiar, que está ahí a pesar de todo, con el que te podrías tirar sin red, y como diría Luis Miguel, en “La incondicional”, la que no espera nada. Ahí radica su verdadero significado y su magia. Cataloga a cualquiera que está ahí sin recibir nada a cambio. Que persigue la felicidad de otro. Que le apoya y le acompaña. Que se alegra por sus logros. Que le ayuda incluso a conseguirlos y disfrutarlos y permanece invisible y por detrás sin esperar nada a cambio.

Los progenitores, los abuelos, la familia, los mejores amigos, las buenas parejas, en general esas personas que ocupan un espacio que lo llenan de generosidad y dan mucho más de lo que reciben, te dan paz, seguridad, y no dejan de sorprenderte y de hacerte sentir alguien con suerte.

Como un día cualquiera en el concierto de @manussian y su público incondicional. Allí estaban todos, familia, amigos, vecinos, los que le admiraban antes de dedicarse a la música y ahora le siguen fascinados escuchando sus canciones.

Como los días de la Feria del Libro y los lectores incondicionales a la lectura en general o a su escritor favorito como los de @fvmgpress, que repiten cada año. Tal vez aún ni les haya dado tiempo a leerse el libro anterior, pero van en busca de la nueva novela #Con tal de verte reír, para estar, porque se les espera, porque se les quiere, porque saben que es una cita importante y quieren formar parte de ella.

perrito
perrito

Hay muchos tipos de incondicionales. Incluidos los animales. No tengo ni he tenido nunca uno, salvo el canario de mi vecina en vacaciones, al que no me dio tiempo a cogerle cariño, ni a que cantase al verme llegar a casa. Pero la percepción es muy clara y de lo que más presumen todos los que tienen un animal doméstico es precisamente de ese amor incondicional que reciben de sus mascotas. Parece ser que esas criaturas también de Dios te dan algo tan valioso como la lealtad sin medida. Y tiene que ser así, porque de otra manera no sería comprensible algunas de las contra prestaciones que conllevan, como recoger sus excrementos en la calle… Perdonadme, pero es algo que me pregunto a menudo. Tal vez por no tener mascota me cuesta visualizarlo.

Y luego está el incondicional que transciende del ámbito cercano y se convierte en un seguidor mucho más mediático, más público masivo y probablemente más irracional. En el cine, la música, el deporte, la política, está cargado de estrellas seguidos por sus fans. El idolatrado ya no es tanto de andar por casa y pasa a ser un héroe o celebridad con su propio Olimpo, un público que le sigue y le admira como si de un Dios se tratara y aunque probablemente no haya hecho ni siquiera nada extraordinario para merecerlo.

En la política, por ejemplo, cuantas veces hemos vuelto a votar a los mismos, a pesar de habernos demostrado que no se puede uno fiar de ellos. Pero nuestro voto no cambia, preferimos justificar, olvidar, disculpar, argumentando hechos peores en otros grupos y seguir con nuestro incondicional apoyo.

Había una vez un partido naranja, que servía precisamente para recoger el voto de aquellos cansados de ser fieles al bipartidismo a cualquier precio, pero se extinguió precisamente por no lograr hacer cautivos a sus propios incondicionales y afianzarlos. Lo tenían fácil, después de tan grandes y continuas decepciones. Pero es lo que tiene la voluntad frágil del cautivado que vuelve al redil olvidando porque abandonó el rebaño.

Como dice Pablo Neruda en Cien Sonetos de Amor: “Te amo sin saber cómo, ni cuándo, ni de dónde, te amo directamente sin problemas ni orgullo”

Miren a su alrededor y busquen a sus incondicionales. Muchos invisibles y seguramente poco valorados como si del cuento de Cenicienta se tratara. Pero están, existen y si los descubres, aprovéchelos y aposéntalos en la primera fila para tenerlos vigilados, aunque sea de reojo.

lo último del blog...

Mis libros...

Suscríbete

Para ello solo debes dejar tu nombre y tu correo, prometo no enviar correos molestos, solo os informaré de mis nuevos videos, libros, entrevistas, etc.