GIACOMO CASANOVA

Manjón Guinea
Manjón Guinea

Licenciado en Ciencias de la Información, Criminólogo y escritor

FOTO AUTOR

Por María Marcos
Licenciada en Derecho y Librepensadora

Cuando uno va a Venecia, además de ser inevitable imitar la voz operística de los Hombres G de su “Veneeeeezia” mientras haces la maleta, otro pensamiento obligatorio es el de la vida de Casanova.  

Nada más llegar te das cuenta de que el lugar es una combinación perfecta entre la existencia de una personaje tan vivido y necesitado de huidas y escarceos continuos, y la laberíntica ciudad predispuesta al escondite y ocultación. Le imagino como un hombre deleitoso y cautivador, saliendo con destreza y elegancia de algún soportal oscuro a toda prisa, perseguido por algún marido despechado o acreedor cabreado, mientras su capa aterciopelada se agita en su rápido caminar y a golpe de vistazo mira atrás con el rostro oculto por una máscara, deseando perder de vista a su perseguidor por los callejones angostos y oscuros de la ciudad. Una ciudad de canales, insalubre y pestilente en aquella época y llena de enfermedades innatas a sus aguas estancadas.

Una Venecia del siglo XVIII muy popular por su comercio, por el relajamiento religioso que permitía a su población vivir de una manera mucho más entretenida que en otros países de Europa. La historia apunta qué es en Venecia, dónde surgen de manera oficial los carnavales, festividad pública donde se permitía divertirse antes de la Cuaresma, y la población se dedicaba por completo a la diversión y fiesta. Era un momento donde todo era posible, bailes, fogatas, excesos, suspensión de normas, mezclas de clases, los estatus sociales quedaban ocultos tras el anonimato de las máscaras. La celebración llegaba a durar hasta 6 meses de festividad en su momento de mayor apogeo y hasta que fueron prohibidos por Napoleón en 1797 por miedo a las conspiraciones sobre todo si eran contra él.

Retrato de Giacomo Casanova
Retrato de Giacomo Casanova

Este fue el entorno histórico de Giacomo Casanova (1725-1798). El caldo de cultivo para la propia esencia del autor y la gestación de sus memorias: Las memorias de Casanova atesorando con gran detalle el costumbrismo de la época, la cotidianidad del momento y los logros y conquistas de su propia existencia. Su gran obra entre otras muchas de menor éxito. Su autobiografía, escrita en francés, por entender que era una lengua más extendida que el italiano.

Tuvo varios intentos de publicarlos en vida entre los años 1794 y 1797. Finalmente, el manuscrito fue rescatado en sus últimos momentos por el marido de su sobrina y años más tarde, su sobrina nieta, que se vio obligada a venderlas por motivos económicos a un editor alemán, que encargó su traducción en alemán y publicó en dicho idioma. Dado su éxito vinieron más publicaciones posteriores, entre 1826 y 1838, en más idiomas, pero ninguna se ceñía al manuscrito original, incluso había pasajes inventados por el traductor y otros censurados y directamente suprimidos.

El manuscrito original, permaneció en la oficina del editor en Leipzig hasta 1945, poco antes de que dicha ciudad fuese bombardeada. En 1960 se hizo la primera edición del manuscrito original, tal y como se concibió, sin cortes morales. Se tradujo a varios idiomas y hasta el año 2009 no se haría en español, Historia de mi vida, gracias a la arriesgada apuesta de la editorial Atalanta, traducida por Mauro Armiño, y prologada por Félix de Azúa, miembro de la RAE, con el sillón “H”.

Casanova, un erudito de su tiempo, gran escritor, viajero, libertino, jurista, bibliotecario, descarado, ingenioso, apasionado, hedonista, a veces seductor y otras seducido, con mucha labia e incluso talento musical. De baja cuna, aunque el mismo afirmó ser fruto de una aventura de su madre con un miembro de los Grimani. En cualquier caso, muy bien relacionado con reyes, nobleza, obispos y artistas que le abrieron muchas puertas.  Sin duda un hombre muy interesante y de gran talento, que constituían y formaban parte de su irresistible atractivo.

Libre de perjuicios y en el retiro de su madurez, olvidado por todos, decidió escribir sus memorias en parte como terapia para su tristeza y en parte con el deseo de revivir por segunda vez todos aquellos placeres experimentados, entre ellos haberse acostado con 132 mujeres de todas las clases. Más de 3.600 páginas que descubren además de los lances amorosos y la narración de sus memorias, es un documental histórico y sociológico del costumbrismo del siglo XVIII.

Mientras paseas por su ciudad natal encuentras rincones y lugares que te retroceden a la vida de Casanova.

El café Florian de la plaza de San Marcos, secreto y propicio para sus encuentros amorosos, que hoy en día mantiene el encanto del siglo XVIII, con sus mesas de mármol, su tapizado carmesí y sus espejos de época y para darle más autenticidad, siempre hay una orquesta que te envuelve con su música barroca.

Venecia Canales. Foto de David Bartus
Venecia Canales. Foto de David Bartus

La zona del Puente de Rialto donde esperaba y se citaba con muchas de sus mujeres. O el Palazzo Ducale, donde en 1755 fue detenido y encerrado durante 463 días, en las celdas Piombi (en el ático del Palacio) llamadas así porque sus techos eran de plomo, causando un calor insoportable en verano. No se sabe muy bien porque fue detenido, supuestamente por tener un tratado de magia prohibido por la Inquisición, o por desacato o tal vez por libertinaje. De tal manera que fue condenado a 5 años por lo que decidió huir junto con un compañero de celda, Marino Balbi, sacerdote condenado por mantener relaciones con tres monjas. Consiguieron hacer un agujero en el techo, saliendo por el tejado y saltando al patio del Palacio Ducal. De allí fueron recogidos en góndola y marcharon posteriormente a Paris. Escribió Historia de mi fuga de las prisiones de Venecia, para recrear el suceso.

La Calle Malipiero, donde se encuentra la placa conmemorativa de su nacimiento. Como todo mito y personaje fascinante, el séptimo arte le ha dedicado infinidad de películas. Entre ellas Casanova (1976) de Federico Fellini, con Donald Sutherland llena de humor, sarcasmo y compasión por lo que representa el aventurero italiano. El regreso de Casanova (1982) con un Alain Delon atractivo pero obsolescente como el personaje. Casanova (1987) con Richard Chamberlain encandilando damas, pero sin las preocupaciones del celibato como en el pájaro espino.

Como hombre del post renacimiento, a pesar de su reputación como amante legendario y sus líos de alcoba, su vida perdura entre nosotros por más de tres siglos y seguirá perdurando, aunque sea por su reconocimiento popular e irremediablemente ligado a los líos de faldas amores libertinos y escándalos,  sin hacer justicia al personaje real , convertido prácticamente en leyenda y personaje novelesco,  un intelectual y adelantado a sus tiempos, un defensor de las libertades, lleno de ganas de vivir y comerse el mundo… Tal vez lo consiguió, comerse el mundo me refiero, aunque post mortem, convirtiéndose de por vida en un icono de seducción.

Como tantas veces en la vida de los artistas no pudo conocerlo. Murió con 73 años, siendo bibliotecario y sin llegar a terminar sus memorias, quedando 27 años por relatar, que sin duda nos hubiese gustado poder leer y disfrutar.

Claro está que fue un personaje real, cuya aura ha sido alimentada por sus propias memorias. Admirado por sus aventuras, valentía y el libertinaje de un alma libre sin ataduras, aunque también alguna vez atormentado por sus sentidos y sentimientos:

“He tenido, sucesivamente, todos los temperamentos: el colérico en mi infancia, el sanguíneo en la juventud; más tarde, el bilioso, y, por fin, el melancólico, que, probablemente, no me abandonará ya”

Pues ya saben… Lo tengo preparado…ya tengo las maletas… vamos juntos hasta Italia, quiero comprarme un jersey a rayas.

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