AVARICIA

Manjón Guinea
Manjón Guinea

Licenciado en Ciencias de la Información, Criminólogo y escritor

FOTO AUTOR 1

Por María Marcos
Licenciada en Derecho y Librepensadora

Pecar, pecar y pecar… Es lo que le toca a la humanidad y sin esta “pequeña gran” debilidad no seríamos lo que somos. Nos adentramos en el sexto pecado de la saga. La avaricia, otra pasión desenfrenada en esta ocasión destinada a poseer, poseer y poseer sin límites y por supuesto no compartir. La generosidad es la contra virtud a esta debilidad y la cura al deseo excesivo y capital, porque nos lleva a otros incluso peores como la deslealtad, el soborno y la corrupción para el beneficio propio.

Pero la avaricia lejos de ser una debilidad cómoda lleva mucho esfuerzo por detrás… Imaginaros el trabajo y sufrimiento para conseguir ese bien material que no está a tu alcance pero que lo deseas y, peor aún, la lucha por conservarlo y no perderlo. La codicia por lo material no es un camino fácil, está lleno de piedras, y no alcanzas la tranquilidad ni la calma, porque te rodean constantemente fantasmas amenazantes que hacen peligrar tu tesoro y sientes miedo de perderlo. Todo se te hace poco y cualquier pérdida o cesión, por mínima que sea y aunque represente nada dentro de tu gran patrimonio, prefieres amarrarla antes de que esos bienes beneficien o caigan en manos de otros, incluso aunque tengan derecho a ellos.

En la antigüedad el ahorro era visto como una fortaleza frente al manirroto que no cumplía con sus obligaciones, pero se rechazaba al ávaro que acumulaba sin atender bien ni siquiera a sus seres queridos, convirtiendo algo útil en inservible.

Mammon representado por Collin de Plancy en su Diccionario Infernal
Mammon representado por Collin de Plancy en su Diccionario Infernal

El demonio asignado a esta debilidad en el Nuevo Testamento es Mammón, término hebreo que significa dinero, tesoro. Se considera que fue ascendido desde el infierno por un lobo y vino a inflamar el corazón humano con su avaricia. Mammón está unido a la obsesión por la riqueza, a la traición para el beneficio personal, a los engaños y la manipulación.

Los cuentos de nuestra infancia están llenos de referentes ávaros. Como el rico empoderado que acaba siendo víctima de sus propios deseos, el Rey Midas. El rico poderoso que nunca tiene suficiente, que es complacido por Dionisos, hijo de Zeus, con el deseo de transformar en oro todo lo que toquen sus manos, incluida la comida, lo que le lleva a morir de hambre según la leyenda.

También Ebenezeer Scrooge, personaje memorable de la literatura inglesa. Icono de la Navidad y protagonista de la novela de Charles Dickens, Canción de Navidad. Apellido que ha pasado a ser sinónimo de avaricia y misantropía. Banquero prestamista, usurero y solitario, que siente antipatía por la debilidad de los pobres y que se transformará en benevolente y solidario tras la visita de los tres fantasmas de la Navidad.

Y quien no conoce al “tío Gilito”, el personaje animado más rico del mundo, tacaño, ávaro y egoísta, tío del Pato Donald. 

La realidad es que tienes un problema cuando tu motivación es el afán por poseer y todo lo demás no importa hasta el punto de no llegar a conectar emocionalmente con nadie. La avaricia siempre va relacionada con la riqueza y la falta de vida espiritual o un vacío interior que creemos poder llenar con cosas materiales. Sin embargo, la generosidad, contra virtud del pecado, da mas satisfacciones a los que la practican. Las investigaciones en neurociencia demuestran que los que ayudan a los demás y piensan que es mejor dar que tomar, tienen índices más elevados de felicidad.

¿Cómo identificar si estamos siendo poseídos por este vicio tóxico? Hay una serie de indicios o señales, como la insatisfacción, síntoma de que siempre se quiere más y constantemente ansias cosas mejores y más caras. La ingratitud, lo que tienes no lo percibes como un regalo y una suerte, si no como un derecho divino solo tuyo y de nadie más. El exceso de preocupación por los bienes, poseerlos, preservarlos y hacerlos crecer. La dificultad para compartirlos, y es que la idea de que otros disfruten de tus bienes no agrada, sufres dando, y prefieres recibir y evitar ese dolor que sientes al hacerlo, por lo que cada vez compartes menos inventando disculpas para ti mismo y para los demás. Y la acumulación desmedida, que te hace perder de vista el mundo real en el que vives.

Foto de Nishan Aneja. Anciano contando dinero
Foto de Nishan Aneja. Anciano contando dinero

La avaricia muy relacionada en nuestros días con el capitalismo. El propio Boris Johnson declaraba en plena vacunación contra el COVID que el éxito de ésta se debía a dos factores, “avaricia” y “capitalismo”, tal vez refiriéndose al afán de lucro de las compañías farmacéuticas y del sistema en general y no el altruismo de ayudar y salvar vidas. O tal vez, como se quiso justificar sólo era una graciosa referencia a la película de Stone, Walt Street sobre la codicia y el poder.

Hay unos cuantos millonarios tacaños en la historia. Incluso en el libro Guinnes se menciona alguno de ellos, como Hetty Green, la mujer más tacaña del mundo, apodada la bruja de Wall Street, que se piensa debía tener algun problema psicológico porque su mezquindad no tenía límites ni explicación posible.

Esta conducta como todas, se puede volver adictiva y puede venir condicionada por un aprendizaje individual gestado en la primera infancia, donde se desarrolla un aferramiento extremo a lo material y un deseo por retener y acumular. También puede responder a un aprendizaje social, donde te sientas más aceptado en función de los bienes que poseas. Pero la realidad es que la especie humana, incluidos los niños, son más felices cuando hacemos algo por los demás y cuando hacen algo por nosotros. Las atenciones que damos o recibimos siempre inspiran gratitud y la gratitud alimenta el alma y nos hace mejores.

Como dice el refranero español, “COMPARTIR ES VIVIR” y si ese fuese tu caso, deja de pecar que estarás salvaguardando tu salud emocional.

lo último del blog...

Mis libros...

Suscríbete

Para ello solo debes dejar tu nombre y tu correo, prometo no enviar correos molestos, solo os informaré de mis nuevos videos, libros, entrevistas, etc.