TENGAMOS LA FIESTA EN PAZ

Manjón Guinea
Manjón Guinea

Licenciado en Ciencias de la Información, Criminólogo y escritor

FOTO AUTOR

Por María Marcos
Licenciada en Derecho y Librepensadora

Recientemente los madrileños, hemos disfrutado de la fiesta de nuestra patrona, la Virgen de la Almudena. Aunque debería ser una fiesta extensible a todas las áreas externas de la urbe o «Foro», como lo llamaban nuestros amigos de provincias, en los años 90, que venían a estudiar la carrera a Madrid y que, como todo el que viene a esta gran ciudad, se convierten en hijos adoptivos.

Y es que Madrid, como la mayor parte de las localidades, tiene un patrón y una patrona. La Virgen de la Almudena y San Isidro. Ambos se dan la mano para homenajear a esta villa y corte, de la que seguro están muy orgullosos.

La Virgen tomó su nombre de la Muralla, Al-mudayna, que rodeaba la ciudad para protegerla de los ataques de los enemigos. Los madrileños, ante la invasión, escondieron en los huecos de esta todas las cosas que consideraban de valor y entre ellas la imagen de la Virgen. Allí se pasó hasta un 9/11/1085, cuando el rey Alfonso VI dando un paseo por la ciudad, descubrió que entre las piedras de dicha muralla se encontraba su escultura, acompañada de dos velas encendidas. La Virgen original, aunque en realidad es una copia casi idéntica, se encuentra, hoy en día, en el interior de la catedral.

En agosto de 1908 el Papa Pío X la declaró Patrona de Madrid y fijó la celebración de la festividad el día de su hallazgo, el 9 de noviembre.

Madrid, ha sido permanentemente la capital de la corte desde 1561, salvo en breves intervalos de tiempo, que pasó por distintas ciudades como Toledo, Valladolid, Sevilla, Cádiz, y durante la guerra civil por Valencia, Barcelona, Gerona, Figueras y Burgos.

¿Y quién fue el mejor alcalde de Madrid? Para gustos los colores. Pero por méritos históricamente reconocidos, por hechos palpables, irrefutables, que perduran en el tiempo y reconocen al que fuera rey de España desde 1759 hasta 1788, Carlos III, como “el mejor alcalde de Madrid” y al que nadie, hasta ahora, ha logrado arrebatarle el puesto.

Carlos III, Alcalde de Madrid
Carlos III, Alcalde de Madrid

Tras el incendio del Alcázar de Madrid, se construyó el Palacio Real que no fue ocupado hasta el reinado de Carlos III. Aquí fue donde el monarca se preocupó de modernizar las infraestructuras de la ciudad, favoreciendo el día a día de los ciudadanos, fin para el que deberían ser nombrados todos los que ostentan este cargo y los políticos en general.

Este Borbón, al que Madrid le debe mucho, hizo hospitales públicos, adoquinó las calles de arena, creó una red de alumbrado, de alcantarillado, de recogida de basuras. Y no sólo eso, también embelleció la ciudad, creando las espectaculares calles y paseos que disfrutamos hoy en día y nuestros más prestigiosos símbolos y monumentos como la Cibeles, Neptuno, la Puerta de Alcalá, el Jardín Botánico, el edifico del Museo del Prado.

También Madrid disfruta de un río único, el Manzanares. Único por atravesar la ciudad, pegado a la M-30, hasta las obras faraónicas del también alcalde Ruiz-Gallardón, que nadie puede negar que tuvieron un efecto transformador de la ciudad, con el soterramiento de la M-30 en el Sur de la capital, y la creación de las nuevas zonas verdes en los márgenes del Manzanares que hoy forman el popular Madrid Río.

Y es que Madrid es mucho Madrid. Hoy en día una ciudad que está en continuo equilibrio y un tira y afloja entre la sostenibilidad y los derechos de los ciudadanos.

Un Madrid, que ha sido escenario de infinitas e inolvidables novelas literarias, como La Colmena (Camilo Jose Cela), La Busca (Pío Baroja), Atlas de geografía humana (Almudena Grandes), Los enamoramientos (Javier Marías), imposible mencionar todas, pero no por ello, quiero dejar de incluir a la contemporánea novela Con tal de verte reír (Manjón Guinea) que nos retrotrae a un Madrid de barrio, a un Madrid intelectual, a un Madrid que revive la época de la movida.

Imagen CDR bajo la Estelada
Imagen CDR bajo la Estelada

Este escenario se ha convertido últimamente en el centro de manifestaciones y protestas diarias contra Pedro Sánchez y su pacto a favor de la amnistía. Pacto cerrado en un día como el de la patrona de Madrid, el de la Almudena, y que puede marcar un antes y un después en nuestra democracia. Un acuerdo que lejos de estar santificado, es más bien diabólico. Con el único fin de investir a Pedro Sánchez. Un pacto que bien vale siete votos. Como los cromos que te faltaban para acabar el álbum y eras capaz de cualquier trato para conseguirlos. ¿Todo por miedo a perder unas nuevas elecciones? ¿No sería mucho más honorable no transigir ante la desestabilidad y dejar al pueblo que decida? ¿Por qué hacer oídos sordos al latido de la calle, que es la gran mayoría? ¿Qué es peor en los libros de historia? ¿Ser un perdedor o ser un traidor a la constitución? Convocar nuevas elecciones le daría la oportunidad de dignificarse. Se convertiría en el nuevo héroe, capaz de recular por el bien común.

Pero en el punto en el que estamos, habrá que ver que efectos nos trae este acuerdo. Probablemente seguir en aguas movedizas. Probablemente seguir tragando sapos y culebras. Probablemente la desintegración de parte de España. Quién sabe si un cambio de la capital. Mira tú que a los de los siete votos les caiga lejos, visto el percal, y también pidan cambiarla. Probablemente una inseguridad jurídica, social y legal que para que los que están observando lo que ocurre desde fuera se piensen mucho lo de poner en nuestra cesta todos sus huevos.

Es una pena que unos políticos pasen a la historia por sus buenos méritos y logros, reconocibles objetivamente, sin partidismos, simplemente por traer el bienestar a los ciudadanos, el progreso y el beneficio a la gran mayoría; y otros a la contra, pasen a los anales por sus reconocidos cambios de discurso, gobiernos polémicos en busca del beneficio propio, y por la aceptación del chantaje de una minoría, que sabe jugar sus cartas, cuando el de enfrente ansia ciegamente el poder.

Quizá esta sea una pregunta para el que fuera su ministro de cultura, Maxim Huerta. ¿Por qué se le recordará a Pedro Sánchez?

Cualquier Puigdemont, no hace falta ser muy listo, sacaría fácilmente provecho de la debilidad de un ambicioso cegado por el poder, haciendo valer la supremacía que le da el ser poseedor de los siete últimos cromos que completan el álbum y proclaman al nuevo presidente de gobierno con un futuro turbulento e incierto.

En la próxima Almudena podremos debatir sobre cómo se ha escrito la historia de Madrid y de España desde este momento y día histórico. Esperemos que no se cumpla lo que augura Ramón Jáuregui en Letras Libres, quien fuera ministro socialista de Presidencia y europarlamentario: «temo que podamos acabar llorando sobre la leche derramada».

Mientras tanto, de Madrid al cielo.

lo último del blog...

Mis libros...

Suscríbete

Para ello solo debes dejar tu nombre y tu correo, prometo no enviar correos molestos, solo os informaré de mis nuevos videos, libros, entrevistas, etc.