ENTREVISTA CON MANJÓN GUINEA POR SU NOVELA «CON TAL DE VERTE REÍR»

Manjón Guinea
Manjón Guinea

Licenciado en Ciencias de la Información, Criminólogo y escritor

¿Cuánto tiempo llevas escribiendo? ¿Cuánto tiempo te ha llevado escribir esta obra?

Creo que escribir se escribe desde siempre. La pulsión se lleva en el interior y se manifiesta en pequeñas narraciones o relatos al principio. Una vez que uno considera que ha adquirido el bagaje suficiente es cuando da paso a la novela u obras mayores. Con anterioridad a la novela que ahora presento he escrito un ensayo literario titulado De la literatura y las pequeñas cosas, una novela titulada Una lluvia fina y mentirosa y un libro de relatos titulado Altas miras. No obstante, siempre he estado relacionado con géneros literarios como el articulismo, la crónica o el reportaje que me han mantenido despierto hasta el momento de lanzarme a escribir novela.

FOTO ENTREVISTA INICIAL

Difícil ser conciso en responder cuánto tiempo me ha llevado escribir la novela Con tal de verte reír. Una novela se empieza a gestar con el paso del tiempo y las experiencias vividas, hasta que llega un momento en que decides trasladarlo al papel, como una chispa que prende y que da sentido a todos aquellos pensamientos que parecían inaprensibles en nuestra memoria. Para situarnos, desde que tomé la decisión de trasladar al papel la idea hasta que terminé por darle fin, me he dedicado en exclusividad un año para escribir esta novela y poder transcribir y ordenar los volátiles pensamientos.

¿Qué es lo que más destacarías de tu libro?

Principalmente destacaría el mensaje subyacente: la denuncia de una corrupción acomodaticia en nuestra sociedad actual y pasada. Esa idea tan logradamente expresada por Tomasi di Lampedusa en la que nos viene a decir que las revoluciones no dejan de ser lo mismo de siempre, mover algo para que en definitiva todo quede igual. Esa idea del descontento social frente a los verdaderos poderosos y los que mueven los hilos de la economía se apoya en referencias continuas a los pensamientos de ese viejo anarquista que era Pío Baroja o en la forma irreverente de concebir el mundo de Rafael Chirbes donde esos oportunistas políticos no hacen más que agitar la letrina humana para mantenerse en el poder, buscando el beneficio propio en lugar del común. Como dijera Jean-Michel Basquiat, SAMOld shit… La misma mierda de siempre.

Lejos de querer darle una amargura existencialista, el libro está plagado de anécdotas y de ironías satíricas y jocosas que hacen sobrellevar al lector ese sedimento implícito del descontento, de las ilusiones frustradas de que algo pueda cambiar, cuando en realidad nada es así.

¿A quién va dirigido?

 El libro va dirigido a cualquier público. A cualquier lector que sienta y que viva, porque, para bien o para mal, se identificará con una perspectiva de ver las cosas o con la contraria. No estamos hechos de dos colores, blanco o negro, somos una amalgama de tonalidades grisáceas. Como dijo Terencio, «nada de lo humano me es indiferente». El lector rápidamente va a identificar situaciones políticas y sociales que le tocan de lleno en su propio camino existencial. Lo comparta o no.

¿Qué te ha inspirado para escribirlo?

Probablemente el rescoldo que avivó la brasa de la inspiración fue la época universitaria de los años 80 y 90, en esa Facultad de Periodismo de la Complutense de Madrid donde todo valía para hacer una proclama por un futuro mejor. Esa época es el motor de una narración que comprende desde los años iniciales de la transición española hasta el momento en que se declara el confinamiento como consecuencia de una pandemia: un mal insospechado que nos traslada de la realidad de la novela a un mundo casi de ciencia ficción. Sin duda alguna, el inicio de esa pandemia tenía que ser el final de la novela.

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¿Qué se va a encontrar el lector en tu obra?

Cada lector es un mundo, pero lo que he intentado es agitar la rebeldía interior del lector, la capacidad crítica tan anulada y cercenada en nuestro momento actual. He intentado sacar al lector de ese momento adormecido y sedado al que nos han llevado nuestro cenáculo de políticos y sindicalistas, de los grandes poderes económicos que, todos a una, se reparten los beneficios de una sociedad de ciudadanos hipotecados para toda su vida. No quiero que el lector se sienta parte de una masa moldeable sino que tome conciencia de su individualidad crítica, su capacidad para no dejarse engañar, para detectar la mentira, esa que tan bien soporta el paso del tiempo y a la que se acogen nuestros ilustres dirigentes.

Independientemente de ello el lector va a encontrar la debilidad del ser humano por la pulsión del deseo y el erotismo, la ambición y la codicia, el miedo y sobre todo la sátira de un mundo sepultado por esa ineludible emoción de vivir.

 

 

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