BENEDICTO XVI

Manjón Guinea
Manjón Guinea

Licenciado en Ciencias de la Información, Criminólogo y escritor

FOTO AUTOR

Por María Marcos
Licenciada en Derecho y Librepensadora

El ataúd del Papa Emérito Benedicto XVI descansa en la Plaza de San Pedro para su eterno descanso. Desde hace tiempo estoy entendiendo el concepto de la eternidad, no tanto como aquello que nos queda después de muertos, sino como todo lo que has sembrado y dejado en vida y que traspasa tu propia existencia y se queda como legado para la humanidad. En mi opinión, esta es la verdadera eternidad.

Imagen de Jesús. Fotografía de Rodolfo Clix
Imagen de Jesús. Fotografía de Rodolfo Clix

El Papa Benedicto XVI será eterna y lamentablemente recordado por su revolucionaria renuncia al cargo, hecho que debiera apreciarse como una evolución más de la Iglesia a su modernización.  Renuncia totalmente legitimada, que fue puesta en práctica históricamente por el papa Benedicto IX (1045), el papa Celestino V (1294) que emitió un decreto para hacer solemne la renuncia y Gregorio XII (1415). Pasaron 598 años, hasta la renuncia papal en el 2013 por el papa Benedicto cuyo reinado duró solo 8 años, motivada en principio por su avanzada edad, que sin duda unido a los escándalos de corrupción, pederastia y robo de documentos personales, probablemente se le hizo muy cuesta arriba y con un deseo audaz y atrevido de humanización del cargo, se concediese a si mismo el derecho a renunciar, como cualquier mortal y de vivir una jubilación placentera, donde dedicarse a los que realmente le gustaba, tocar el piano y escribir.

Benedicto XVI será recordado siempre por esta venia, pero también, el que quiera profundizar en el personaje, encontrará a un hombre con una vida sobresaliente en el estudio y el conocimiento teólogo, políglota de siete idiomas, llena de vicisitudes, como vivir el periodo oscuro de la guerra nazi, recordando en sus memorias, Nada más que la verdad, que “fue el momento en el que descubrió la literatura y leyó a Goethe con tanto placer”.

El libro se publicará en enero por su secretario personal, monseñor Georg Gánswein, con el fin de destapar la verdad sobre las calumnias que con las que, según él, ha tenido que vivir y ensombrecer el legado del pontífice alemán, Joseph Ratzinger.

Siguiendo con la humanización que, a mi punto de vista, puede considerarse la renuncia al cargo de representante de Cristo en la Tierra, bien se podría seguir trabajando la figura de los eclesiásticos, y acercarla aún más al hombre, sin renunciar a su dedicación plena al servicio de Dios y de la comunidad. Que mayor acercamiento sería la de permitir ejercer el cargo a pesar de ser un hombre casado. Si se puede renunciar a ser Papa, porque no poder renunciar a la vocación virginal sin renunciar a la función sacerdotal. Me hago esta pregunta, pero seguro que, si se hiciese un referéndum sobre este punto, saldría a favor de la elección personal e individual del clérigo, con opción de poder renunciar igualmente a dicho voto de castidad.

¿Si no se deja de ser Papa, aunque sea emérito, ni eclesiástico, e incluso se reinventa la situación de que convivan dos papas, por qué no se puede reinventar la situación de ser sacerdote, cura y renunciando al celibato y haciendo posible la convivencia con la vocación virginal o no?

La mayoría de los ahora adultos contemporáneos, hemos crecido con la serie de El pájaro espino (1985 TVE) y los sinsabores de la vocación religiosa y ambición personal de Richard Chamberlain, que consigue llegar a cardenal a cambio de un elevado coste personal. Dramón que reflejó las tentaciones que debe tener cualquier sacerdote y que seguro que la realidad supera la ficción.

Las lágrimas de San Pedro. El Greco
Las lágrimas de San Pedro. El Greco

La propia iglesia católica identifica a Simón Pedro, el pescador, San Pedro, como el primer jefe de la Iglesia, hombre casado y con hijos antes de conocer a Jesús de Nazaret, lo que no impidió que ocupara un lugar preeminente entre los miembros de la Iglesia originaria.

Y si como dijo el propio Papa emérito, “la razón no se salvará sin la fe, pero la fe sin la razón no será humana”, tal vez sea el momento de hacer humano lo eclesiástico y si todo cambia, porque no la iglesia, estrategia que para el que le interese, podría reconducir la pérdida de terreno y de sobre todo devotos, que tiene año a año.

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