VOLVEREMOS A VERNOS

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Manjón Guinea

Licenciado en Ciencias de la Información, Criminólogo y escritor

FOTO AUTOR

Por María Marcos
Licenciada en Derecho y Librepensadora

La labor de escribir comienza en muchas ocasiones como una reacción química en el estómago que te retuerce e incómoda, hasta lanzar señales nerviosas al cerebro que capta la misiva y procede a procesarla en forma de palabras, frases, y mensajes que sacar fuera y contar.

Sin esa señal, cuesta más escribir, al menos de manera genuina y no forzada. Tratas de buscar de que hablar para entretener a tu público, si lo tienes, en mi caso muy reducido pero agradecido, que leen esas pequeñas reflexiones que surgen de lo estomacal y que al final son pistas personales de cómo, dónde y con quien andas.

Estos días me remueven 4 años que me separan de alguien sin igual. Una despedida que te deja como consuelo la esperanza de poder reencontrarte en algún lugar, en algún momento, porque lo mundano siempre es finito y como Máximo en Gladiator, llegado el día atravesaremos la luz al más allá, descendiendo por frondosos campos de trigo que nos llevaran al reencuentro. Pero mientras tanto como su gran amigo Juba, miraremos al cielo y diremos que «volveremos a vernos, pero aún no».

Porque al final, las personas somos reciclables. Cuerpos de usar y tirar. Una parte material y aprovechable. Otra espiritual que se queda en los corazones de los demás, e incluso molaría pensar que hará un viaje astral a otro plano desconocido, en busca del mencionado reencuentro. Solo espero que el trayecto no sea largo. Qué sea como se suele decir, llegar y besar el santo y no se convierta en una búsqueda incansable entre nubes y campos de trigo, que requieran de sombrero de ala ancha o vestimenta de aventurero al más puro estilo del icónico Indiana Jones, en sus diferentes versiones y edades.

Y sí, escribir ayuda a vaciar los depósitos de sustancias, más conocidas como emociones, que pueden atascar órganos vitales o ensuciarlos poco a poco hasta destruirlos. Este gesto no solo ayuda al propio autor que escribe, también al que lo lee, y se sienta reflejado y acompañado en el proceso del duelo, en todas o algunas de sus fases, como pasarlas, y como aprender si no a superarlo, al menos a vivir con ello.FRANCESES

Muchos son los autores que han decidido recoger sus reflexiones tras la muerte de seres queridos, con testimonios íntimos y conmovedores: El humor de mi vida de Paz Padilla, entremezclando dos de las vitaminas que mueven el mundo: el amor y el humor. Un año y tres meses de Luis García Montero, poemas que recogen la vivencia y emoción de todo lo vivido, durante su larga historia de amor con su mujer, Almudena Grandes. Paula de Isabel Allende, memorias emotivas y autobiográficas para su hija. Mortal y rosa de Francisco Umbral, viaje emocional y sobrecogedor por la vida, la muerte, el dolor y el amor. Ordesa Manuel Vilas, y su acercamiento al dolor que desgarra por dentro y no sabes cuando va a sanar. Canción de tumba de Julián Herbert, azarosa relación del narrador con su madre mientras esta se encamina hacia la muerte. La vida suspendida de Eduardo Laporte, un duelo nada convencional, al no nacido y a su ausente presencia.

Pues un día como hoy, a la vez que algunos seguimos sanando, conmemoramos la valentía de los madrileños y celebramos el día de la Comunidad de Madrid. Ese 2 de mayo en 1808 que nos ha traído hasta aquí. Los madrileños de aquel momento se levantaban de manera espontánea y hasta el moño de opresiones, para hacer frente ni más ni menos que a las tropas francesas y a todos sus soldados de distintas procedencias, como los mamelucos egipcios que enfundaban sus cimitarras curvadas de rápido sesgo, sobre todo de cuellos, como en las pinturas encargadas a Goya casi 6 años después para perpetuar la fuerza del momento que consiguió frenar las intenciones de ocupación francesa.

Los vecinos, vigilados, desarmados y amenazados por cualquier tipo de oposición eran fusilados ante la mínima sospecha anti gala como reflejan los Fusilamientos 3 de mayo también de Goya. A la pelea madrileña, le siguieron otras más en las diferentes ciudades españolas, consiguiendo detener el avance de los franceses y obligando a Jose I Bonaparte a huir de Madrid.

¡Hoy celebramos este acto de rebeldía! ¡El levantamiento popular! ¡La negación al sometimiento! Se puede decir que este gesto por parte de héroes desconocido, con armas rudimentarias como cuchillos, fue el inicio la Guerra de la independencia que permitió a la Casa Borbón mantenerse y perpetuarse en España y que no acabásemos hablando en francés.

Madrid en ese aspecto no ha variado mucho. Sigue siendo hoy imagen de lucha y rebelión, sobre todo si se trata de temas políticos entre la Comunidad de Madrid y la Delegación del Gobierno. La propia celebración del 2 mayo, se ha convertido en una manifestación de rivalidades políticas en sí.  Todos esperamos expectantes los desaires y provocaciones de cada año. Así como el grado de infantilismo político que está en sus máximos.

FUSILAMIENTOS

Nos sigue recordando de alguna manera el espíritu del levantamiento del pueblo madrileño y su resistencia al boicoteo de la fiesta, con el verdadero impacto que tiene esta mala relación, afectando a cualquier tipo de proyectos importantes para nuestra ciudad (operación Madrid Nuevo Norte, soterramiento de la A-5, el GP de Formula 1) que puedan quedarse obstaculizados.

Una fiesta que ahora más que nunca celebra el orgullo de los madrileños por su papel crucial en la historia de España y su identidad. Que celebra con orgullo el color rojo de la Comunidad de Madrid, sangre derramada por sus ciudadanos en tiempos difíciles, y el amarillo, símbolo de la riqueza del imperio español.

Madrid es una ciudad increíble y de impactante belleza. Es algo innegable. Solo hay que darse una vuelta por cualquier rincón o cualquier calle principal de la capital, para admirarla, sentirse privilegiado por su arquitectura, por su cultura, por su clima, por su gente, por sus múltiples posibilidades. Pero también hay cosas que últimamente la afean y hacen perder ese espíritu de libertad y feliz cañeo por los bares.

Madrid es una ciudad que puede ofrecerte todo, pero de seguir así, también quitártelo. Para los que vivimos aquí, presenciamos como poco a poco, se nos va comiendo el terreno y hay un alto riesgo de convertirse en un lugar exclusivo y privilegiado para unos pocos. Los de las clases más adineradas, elitistas que buscan no solo el disfrute de nuestra ciudad sino también acapararla. Para ellos el juego del Monopoli. Van comprando nuestros edificios más emblemáticos y haciendo de nuestra ciudad un lugar inalcanzable para el ciudadano de a pie. Muchos son los que ya están en la tesitura de si seguir viviendo en Madrid, porque el que no lo está ya, difícil lo tendrá. Obligado a vivir alejado de sus arterias principales, que han quedado para grandes fortunas, que nadie sabe de qué oscura o clara procedencia vendrá tanto dinero, pero que poco a poco con sus golpes de talonario, y a base de subir la inflación del ladrido y de los precios de los metros cuadrados nos han ido desterrando y haciendo inalcanzable el sueño de vivir en Madrid.

Una ciudad vibrante y fascinante, pero también llena de desigualdades, que se van incrementando a la vez que crece la población extranjera adinerada y su capacidad adquisitiva para disparar los precios que sólo ellos van a poder pagar.

Me recorre la sensación de que hemos cogido un camino de difícil retorno. La sensación de que por estos derroteros los madrileños vamos a tener complicado disfrutar de nuestra maravillosa ciudad, salvo a través de una urna de cristal, que solo nos deje observarla desde fuera, con la triste melancolía de querer volver, no como visitantes turísticos, sino como un vecino más del barrio.

Y aunque Machado nos dejó el romántico pensamiento de que «todo necio confunde valor y precio» en este caso, Madrid, está en manos de quien tiene el dinero para comprarla.

 

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