DE LA OPRESIÓN A LA FALSA FELICIDAD: VLADÍMIR SOROKIN METE EL DEDO EN LAS LLAGAS DE RUSIA

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Manjón Guinea

Licenciado en Ciencias de la Información, Criminólogo y escritor

Hay en la literatura rusa unos ejes temáticos ineludibles. Son como caracterizaciones perpetuas en la escritura de un país. Tatuajes que llevan en su historia literaria y que se perciben nada más empezar a leer como pueden ser los estilemas que caracterizan a cualquier escritor del mundo.

El Kremlin de azúcar
El Kremlin de azúcar

Tanto es así que ningún escritor ruso puede desligarse de esa moral cristiana de la iglesia ortodoxa, del temor divino y la vigilancia espiritual que merodea al hombre pequeño temeroso siempre de Dios. Un omnipresente telón que, tras descorrerse deja ver la descarnada realidad de una lucha perdida: la de la opresión del poderoso frente al débil. En momento pasado los Zares y la nobleza; o en un momento no tan lejano el poder totalitario del comunismo, del estalinismo con toda su crudeza. De una manera o de otra, campesino o proletario, el hombre humilde y pobre es siempre oprimido, sometido a un poder férreo y brutal hasta el punto de la persecución y la tortura.

Puedes leer el artículo completo en LA REPÚBLICA DE LAS LETRAS – ACE

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