CON TAL DE VERTE REÍR, PRÓXIMAMENTE A LA VENTA

Manjón Guinea
Manjón Guinea

Licenciado en Ciencias de la Información, Criminólogo y escritor

SINOPSIS

TÍTULO:            CON TAL DE VERTE REÍR
AUTOR:             MANJÓN GUINEA
PÁGINAS:         742 páginas
EDITORIAL:    CÍRCULO ROJO
www.manjonguinea.com
contacto@manjonguinea.com

Un difuso recuerdo erótico de adolescencia dará pie al inicio de la novela Con tal de verte reír. Poco a poco, el lector se adentra en el discurrir de los años a través de detalles y anécdotas sorprendentes hasta desembocar, como delta final, justo en el momento de inicio de la pandemia.

Varios personajes acompañan al protagonista en esta singladura que abarca desde el periodo emergente de la transición democrática española hasta el momento de declaración de pandemia y consecuente confinamiento.

Múltiples individuos de variopintas y antagónicas características servirán para confeccionar un fiel mosaico de España. El Aceituno, que de aspecto tosco y bruto, con su mote, será el fiel reflejo de los vestigios de un régimen franquista ya agonizante; Tomás, que representa la pincelada de aires nuevos y renovadores de la transición, dibujado con trazos de libertad y esperanza, de un mundo lleno de ilusiones, en definitiva, un liberal, que con el tiempo se irá radicalizando; Palomares, una especie de anacoreta epicúreo que prefiere vivir de espaldas a los condicionamientos sociales y moldear su propio mundo tras las bambalinas del teatro donde trabaja por necesidad; Illáriz, nieto del republicano general Rojo; Isidrink, periodista marcado a fuego en su nariz, como consecuencia de los continuados golpes que el vaso de tubo ejercía, de manera repetitiva, en los tiempos de estudiante o de santo bebedor en esa Facultad de Periodismo de los años 80 y 90; Aletta, el rostro y la careta de la risa satírica que representa la burla ante la muerte, la continua partida de ajedrez que jugamos cada uno de nosotros.

PORTADA DE LA NOVELA CON TAL DE VERTE REÍR
PORTADA DE LA NOVELA CON TAL DE VERTE REÍR

Fer, Ana Talavera, Lárzabal, Miguel Fuertes… todos ellos forman las pequeñas piezas de un enorme mosaico cuyo fin no es otro que poner sobre el escenario un mundo movido por el amor, por el sexo, por la corrupción y por las ilusiones frustradas.

El autor se vale de personajes completamente ficticios que interactúan con otros personajes reales en el plano de la literatura y de la política para ir situándonos en el momento temporal en el que se desarrolla la narración. De manera irreverente, hace interactuar una ficción con un realismo costumbrista por el que aparecerán personajes de la talla como Felipe González, Aznar, Baroja, Borges, Bolaños, Stefan Zweig, etc…

Referencias continuas a Baroja, principalmente, así como a otros escritores de la vida literaria, pasada y presente, apoyan constantemente la idea del descontento político y de una sociedad adormecida como trasfondo de la novela.

Dos personajes cobran fuerza en el nudo de la novela que, de manera paralela, acompañarán al protagonista en el discurrir de los acontecimientos. Uno, Valentín, un tipo de sangre aristocrática y bastardo de nacimiento al ser despreciado; y el otro el Chulo, un tipo apodado así por su afán descreído y desganado ante la vida, que, de pronto, inesperadamente, se ve cubierto de todos los placeres mundanos gracias al capricho de una viuda rica y ansiosa por sus ardientes ganar de volver a gozar de la vida.

El autor, Manjón Guinea, usará estos personajes, así como la narración del protagonista, para crear tres planos yuxtapuestos y distantes a la vez que valdrán para revelar al lector las diferentes maneras de enfocar la vida, los problemas, los amores, el sexo. Un río que nos arrastra y que nos lleva como un destino impuesto. El novelista dirá: “La vida te pone en el sitio que no esperabas. En el realismo sin magia. En un lugar que no admite de exageradas muestras de alegría ni tampoco de pantomimas tristes. El mundo es como es y te ha tocado y nadie es quien para cambiarlo. Te das cuenta de que somos meros espectadores. Simples asistentes en la butaca de turno de un teatro que comenzamos a contemplar con impotencia”.

Valentín, el Chulo y el protagonista, que carece de nombre y que se manifiesta como narrador omnisciente, formarán tres afluentes de nacimiento de un mismo rio. Cada uno de ellos tomará su camino configurando sus propios meandros, hasta que, finalmente, al término de la novela, se vuelvan a entrecruzar sin ser conocedores de ello. Aquellos personajes que aparecieron al inicio de la novela y que parecía que se diluían volverán a manifestarse de manera inesperada, tras el paso de los años. Como en un círculo perfectamente trazado, tal como definió Borges. Esa forma geométrica cuyo fin culmina en el mismo punto de inicio. Como si tras haberse bañado en todas las aguas ya no quedara más remedio que desembocar en el mar, siempre presente en la narración, símbolo de una inyección de vida y deseo.

Escrita con un tono satírico y jocoso, la novela se adentra con todo detalle en escenas de sexo, de amores descreídos, de corrupción y de desengaños políticos que serán fácilmente reconocibles por el lector.

Como dijo Terencio, “nada de lo humano me es indiferente”, en Con tal de verte reír.

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